El país del fuego y los volcanes
En Lanzarote, la más oriental de las Islas Canarias, el Parque Nacional de Timanfaya sorprende a los visitantes. Lo que se encuentra aquí es un paisaje que parecería más propio de la Luna, resultado de erupciones volcánicas de hace apenas 300 años. La lava y el magma han creado un escenario de ciencia ficción en el que, a pesar de las dificultades, la vida sigue abriéndose paso. Aquí encontrará extrañas formaciones rocosas y capas de tierra roja, naranja y amarilla: un lugar que nunca olvidará.
Timanfaya es el único de los 15 parques nacionales de España que tiene carácter geológico. Una rareza en la que las coladas de lava han creado un ecosistema dominado por las más variadas formas imaginables. Puntos calientes, calderas y conductos brotaron por todas partes, creando lugares que no parecen pertenecer al planeta Tierra. A diferencia de otros parques nacionales de Canarias, la vegetación de Timanfaya no destaca por su exuberancia. Sin embargo, abundan los líquenes, que representan el triunfo de la vegetación, incluso en un entorno tan hostil.
Por último, no se pierda los túneles subterráneos que el tiempo ha excavado en las entrañas de Timanfaya. Uno de los mejores ejemplos es la Cueva de los Naturalistas. Más de un kilómetro y medio de camino formado por lava, que ofrece a los visitantes un escenario realmente impresionante.
Tres caminos cruzan el Parque de Timanfaya. Uno de ellos es el transporte público, la famosa guagua canaria, que recorre catorce kilómetros de la Ruta de los Volcanes. Las otras dos opciones son a pie. Por un lado está la Ruta de la Costa (autoguiada, de nueve kilómetros, pero físicamente exigente). Por otro, la Ruta Tremesana, un recorrido de cuatro kilómetros, guiado y accesible, que se realiza los lunes, martes, jueves y viernes. También existe la posibilidad de dar un paseo en camello de 20 minutos dentro del parque.
A pesar de lo accidentado del terreno, algunas zonas de Lanzarote son muy fértiles. Aquí se cultivan principalmente frutas, patatas y vides. Mímese un poco y disfrute de la gastronomía mallorquina con sus platos y maravillosos vinos.
También podrá descubrir el legado artístico de César Manrique. Originario de Lanzarote, el artista era un experto en armonizar la naturaleza con sus creaciones. Un ejemplo son los Jameos del Agua, una formación volcánica transformada en centro artístico y cultural. O el Taro de Tahíche, la antigua casa del artista, construida sobre burbujas volcánicas, que alberga parte de las colecciones de Manrique.
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