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¿Alguna vez has soñado con un lugar que combine la belleza del mar con un ambiente exclusivo? Portofino, una de las joyas de la Riviera Ligure, es ese destino que atrae a turistas de todo el mundo en busca de experiencias de lujo. Sin embargo, este encantador pueblo ha decidido implementar una serie de medidas para cuidar su imagen y la calidad de la visita. Desde el 16 de julio hasta el 30 de septiembre, el alcalde Matteo Viacava ha firmado una ordenanza que prohíbe la mendicidad y otras conductas que no se alinean con la estética y la esencia turística de Portofino. ¿El objetivo? Garantizar un entorno ordenado y atractivo para todos los que llegan a disfrutar de su belleza, en sintonía con el estatus exclusivo que ostenta, siendo uno de los lugares más ricos de Italia.
La decisión del gobierno local surge de un firme deseo por mantener altos estándares en la vida pública y la oferta turística. Esta nueva normativa prohíbe cualquier forma de mendicidad, incluso la que no es insistente, en las áreas centrales del pueblo, como la famosa piazzetta, los aparcamientos, y los alrededores de las iglesias y el muelle Umberto I. Según informes de medios locales, estas medidas buscan contrarrestar comportamientos que podrían afectar la imagen de Portofino, famoso por su impresionante paisaje, cultura y ambiente residencial.
Las autoridades subrayan que algunas dinámicas sociales, aunque comunes en otras ciudades, no son compatibles con el exclusivo contexto de Portofino. Se argumenta que incluso comportamientos no agresivos, si se repiten con frecuencia, pueden comprometer el sentido de bienestar, orden y belleza que caracteriza a este pintoresco pueblo ligur.
Más allá de prohibir la mendicidad, la ordenanza incluye otras restricciones que buscan proteger la estética y la tranquilidad del lugar. Por ejemplo, está prohibido acampar en espacios públicos con comida o pertenencias, recostarse en el suelo, en bancos o muros, así como sentarse en pórticos, jardines y plazas. Además, se prohíbe el consumo de bebidas alcohólicas en espacios al aire libre, sin importar su graduación, y generar ruidos después de la medianoche.
Las normativas también abarcan la vestimenta, prohibiendo circular sin camiseta, en traje de baño o descalzo. Estas directrices nacen de la necesidad de mantener el decoro urbano y ofrecer una experiencia de visita que esté a la altura de la reputación internacional del pueblo.
Las sanciones para quienes no respeten estas nuevas reglas oscilan entre 25 y 500 euros, enviando un mensaje claro no solo a los residentes, sino también a los turistas. Se les invita a disfrutar del encanto de Portofino con un profundo respeto hacia su contexto. Este pueblo no es solo un destino turístico; es un símbolo de elegancia, cultura y armonía con el entorno. Las nuevas normativas no buscan desincentivar el turismo, sino más bien promover una acogida más ordenada y respetuosa, acorde con la singularidad del territorio.
Portofino seguirá cautivando con sus casas de colores pastel, su pintoresco puerto y los atardeceres sobre el mar, pero solicita a quienes lo visitan que lo hagan con conciencia y respeto. Así, Portofino se posiciona no solo como un lugar para visitar, sino como un espacio que merece ser apreciado y cuidado.
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