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Maratea, con sus playas y vistas al mar Tirreno hasta donde alcanza la vista, es una tierra que sabe acoger a los turistas manteniendo la naturalidad de sus paisajes y la espontaneidad de sus gentes.
Un lugar que tiene una historia de fascinación y extraños recuerdos populares, que se han transmitido durante generaciones y dan a esta tierra un encanto popular.
Subiendo desde la playa del mismo nombre, que además es el lugar de anidación de la tortuga Caretta Caretta y al que sólo se puede acceder por mar junto con otras pequeñas bahías de la costa de Maratea, se abre un espectáculo muy inusual: un desfiladero costero, que se extiende exactamente en la frontera entre Campania y Basilicata, y que atraviesa las crestas rocosas del mar Tirreno.
El Canal debe su nombre a su peculiaridad geomórfica y a la sugestión que experimenta el visitante al cruzar la carretera que discurre junto a él: una repentina caída de la luz incluso a plena luz del día y la impresión de verse envuelto en la típica luz del atardecer, debido a la profundidad del canal y a la espesa vegetación que lo rodea.
El Canal de medianoche en Maratea también marca la línea divisoria natural entre los dos territorios colindantes de Sapri y Acquafredda, y desemboca en el mar entre hermosas cuevas salvajes, que se pueden explorar con máscara y aletas.
Desde el puerto de Sapri es posible alquilar un barco o unirse a varios viajes organizados que incluyen una excursión a esta bahía. No será difícil encontrar información al respecto, ya sea paseando por Sapri o en línea en los sitios turísticos dedicados a este tramo de la costa del Tirreno.
La alternativa, para los más deportistas, es salir desde el Puerto de Sapri y tomar el sendero Apprezzami l’Asino, uno de los caminos naturales más populares de la zona, tanto por la belleza de los paisajes que atraviesa antes de llegar al Canal de medianoche, como por la curiosa leyenda que hay detrás de su curioso nombre.
Se dice, de hecho, que debido a la estrechez de esta calzada, que desde principios del siglo XX era la única vía costera que unía Sapri con Maratea y una ruta privilegiada para el transporte de mercancías, que se realizaba precisamente a lomos de un burro, si dos animales se encontraban en la carretera viniendo de direcciones opuestas, era necesario sacrificar a uno de ellos por el acantilado, obviamente tras una cuidadosa consideración e indemnización de los propietarios.
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