Kalsoy: qué ver y excursiones recomendadas

Los amantes de la naturaleza, la tranquilidad y el senderismo apreciarán sin duda el archipiélago de Farøe y especialmente la isla de Kalsoy.

Las 18 islas del archipiélago de Farøe están situadas en el océano Atlántico y son uno de los territorios más vírgenes y remotos de Europa, donde la vida fluye lentamente y sin cambios a lo largo de los años. Después de descubrir las atracciones turísticas más bellas de Estados Unidos y qué ver en Gravina di Puglia, partimos hacia las Islas Farøe y Kalsoy.

Kalsoy: la isla y qué ver

kalsoy dinamarca

Kalsoy tiene un verano muy corto y el clima no es el más alentador para los turistas durante el resto del año, pero aquellos que no se dejan abatir por esto tendrán la oportunidad de descubrir un mundo encantador y completamente diferente a las metrópolis en las que solemos vivir.

La isla de Kalsoy se encuentra en el norte y está conectada a Klaksvik por un servicio de ferry.

Sólo hay una carretera en la isla, que está excavada en la roca y consta de túneles bastante estrechos y oscuros, lo que la hace inadecuada para conductores inexpertos.

Qué ver en Kalsoy: Faro de Kallur

kalsoy

Una de las principales atracciones de la isla de Kalsoy es el faro de Kallur. Para llegar a él hay que atravesar el pueblo de Trøllanes y desde allí se puede continuar hasta el faro en una de las caminatas más fascinantes, aunque también peligrosas, de la isla.

Hay que tener en cuenta que -sobre todo en otoño e invierno- la isla suele estar envuelta en niebla: en estas circunstancias hay que quedarse donde estás y esperar a que pase para evitar accidentes por los acantilados ocultos.

La leyenda de la mujer foca

mujer foca

La isla de Kalsoy está llena de leyendas fascinantes, pero la más famosa es la de la llamada mujer foca: según la leyenda, una vez al año las focas mudaban su piel y se convertían en humanos, bailando toda la noche en la playa.

Una noche, un granjero robó la piel de foca a una joven y se enamoró de ella. A la mañana siguiente, la chica fue a buscar la piel de foca para devolverla al mar, pero descubrió que el granjero se la había robado.

El granjero la obligó a casarse con él y encerró su piel de foca en un cofre, del que siempre llevaba la llave.

Una mañana, el granjero salió y se le olvidó la llave en casa. Cuando se dio cuenta de que la había olvidado, fue directamente a su casa, pero el cofre estaba abierto y no había ni rastro de la mujer ni de su piel.

La mujer foca recuperó inmediatamente su piel y huyó al mar.

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