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El hermoso pueblo de Gradara es uno de los destinos más populares de Italia, porque representa la mezcla perfecta de belleza paisajística y cultura: ¿qué debemos ver una vez que lleguemos allí? Aquí tiene algunas ideas.
La belleza de Gradara radica en haber mantenido el encanto típico de un pueblo medieval, que atrae a visitantes de todo el mundo. En Gradara también se respira cultura a cada paso: esto es lo que hay que ver, los lugares que no debe perderse.
Si hay algo que no se puede perder en Gradara es la Rocca Malatestiana. Se trata del antiguo castillo de Gradara, un lugar mágico cuyos muros hablan de las familias nobles que lo habitaron: los Malatesta, los Sforza y los Della Rovere. Se construyó como fortaleza militar y, de hecho, está rodeada de muros de protección y tiene cuatro torres en sus cuatro esquinas.
El puente levadizo permite acceder al interior del castillo, donde se pueden visitar salas cargadas de encanto e historia: la Sala de la Tortura, la Sala de la Pasión, la Cámara de Lucrecia Borgia y Francesca, protagonista de la famosa y mundialmente conocida historia de amor entre Paolo y Francesca.
Si lo que busca es historia y cultura, otra visita obligada en Gradara es el Museo Histórico. No sólo es una inmersión en la historia de este pueblo, sino también una oportunidad para entrar en sus antiguas cuevas que revelan una ruta secreta.
Llegar a este destino cultural no es difícil, caminando por el pueblo se encontrará inevitablemente frente a la Torre del Reloj, junto a la cual se encuentra una iglesia del siglo XVI, la del Santísimo Sacramento. En su interior se puede admirar el altar de Cimatori y los restos de San Clemente.
No hay nada más romántico, esté o no en pareja, que perderte en la belleza del famoso Paseo de los Enamorados de Gradara. Sus estrechas calles y callejones le envolverán y será imposible no quedar encantado. Una parada obligada es el Monte delle Bugie, desde donde el panorama del paisaje le dejará sin aliento.
Si le gusta la naturaleza, una cosa que hay que ver en Gradara es el Jardín de los Olivos.
Una vez agotado el recorrido por los lugares más bonitos que ver en Gradara, queda una última cosa por hacer: relajarse disfrutando de los productos típicos de este pueblo medieval. Desde la pasta hasta el vino y el aceite, todo en Gradara es de kilómetro cero y despertará sus papilas gustativas.
Un plato que no debe perderse es, sin duda, los tagliolini con la bomba, mientras que el vino local DOC es el Sangiovese.
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