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¿Alguna vez has soñado con un lugar donde los paisajes son tan grandiosos que parecen sacados de un cuadro? Bienvenido a Alaska, un destino que no es para los que buscan lujos, sino para aquellos que anhelan la conexión pura con la naturaleza. Si eres de los que disfrutan de la aventura y el aire libre, este itinerario de 17 días es tu pasaporte a la maravilla. Desde montañas imponentes hasta encuentros cercanos con la fauna salvaje, prepárate para una experiencia que te dejará sin aliento.
Comenzamos nuestra travesía en Anchorage, la ciudad más grande de Alaska. Aunque su arquitectura no deslumbrará a los amantes del diseño, es el punto de partida ideal para abastecerte de provisiones y equipamiento. Y, por supuesto, no puedes dejar de visitar Humpy’s, un pub local que ofrece uno de los mejores sándwiches de la ciudad. Si llegas durante el fin de semana, el Farmer Market es una parada obligatoria para probar delicias locales y sumergirte en el ambiente de la ciudad.
Desde aquí, es recomendable hacer algunas compras sin impuestos, pues los precios en las zonas más remotas son, como mínimo, elevados. Con el maletero lleno y el estómago satisfecho, ¡es hora de seguir hacia el norte!
El siguiente destino es el Parque Nacional Denali, símbolo indiscutido de la grandeza alaskana. Aquí, la conducción no es tan libre como quisiéramos; desde el quincuagésimo quinto kilómetro, solo se puede acceder mediante autobuses oficiales. Es aconsejable reservar con anticipación el “Green Bus” que te llevará al Eilson Visitor Center, donde la aventura realmente comienza.
Imagina pasar ocho horas de viaje, rodeado de paisajes que parecen sacados de un sueño, avistando osos, caribúes y alces en su hábitat natural. Durante tu estadía, aprovecha para explorar senderos impresionantes como el Alpine Trail, que te recompensa con vistas espectaculares del monte Denali (si la suerte está de tu lado y las nubes lo permiten). El Savage Alpine Trail también ofrece una experiencia panorámica, ideal para un encuentro fortuito con la fauna local.
Tras dejar Denali, nos dirigimos a Fairbanks, la ciudad más animada de Alaska, con su importante universidad y precios más accesibles. Aquí, puedes abastecerte de víveres y disfrutar de las famosas Chena Hot Springs, descubiertas por buscadores de oro en 1905. A solo 60 millas de Fairbanks, estas aguas termales son un lujo al que no puedes renunciar. Además de ser un lugar increíble para relajarte después de días de trekking, en invierno ofrecen vistas de la mágica aurora boreal.
Ten cuidado al conducir por la Chena River Road, pues es común encontrarse con alces, y los accidentes pueden ser peligrosos. Al salir de Fairbanks, un paso por Copper Center te llevará al corazón del parque nacional más extenso de Estados Unidos, el Wrangell-St. Elias.
Aquí, los auténticos pueblos de McCarthy y Kennicott te ofrecerán una lección de historia sobre la fiebre del cobre. Los edificios restaurados cuentan historias de vidas pasadas, mientras que las excursiones guiadas por el glaciar son una experiencia que dejará huella. Ocho horas entre lagos glaciares de un azul intenso y crujientes senderos de hielo te esperan.
Continuamos hacia Valdez, donde el espectáculo de osos negros pescando salmones es una experiencia imperdible. Esta zona también es hogar de majestuosas águilas que surcan el cielo. Recuerda mantener una distancia segura y observar en silencio a estos increíbles animales.
De vuelta a Anchorage, la famosa Seward Highway te espera con sus fiordos y paisajes impresionantes. Haz una parada en Moose Creek para observar la migración de salmones, y luego, en Seward, prepárate para una emocionante excursión en barco por el Parque Nacional Kenai Fjords, donde las orcas y ballenas son la norma.
La última parada es Homer, una encantadora ciudad costera. Desde aquí, podrás realizar un vuelo en hidroavión hacia el Parque Nacional Katmai, donde los osos grizzly hacen su vida en su hábitat natural. Este recorrido, además de ser visualmente espectacular, es una experiencia que recordarás por siempre.
Después de tantas aventuras, regresas a Anchorage para una última noche, quizás con una parada en Palmer para disfrutar de la feria agrícola más grande de Alaska. Un road trip en este hermoso estado no solo es un viaje, sino una inmersión total en la naturaleza, una experiencia que, sin duda, te marcará para siempre.
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